Un espacio habitado por formas de vida vinculadas
al arte, la conversación y la singularidad.
El edificio que hoy encontramos en el número 7 de la Plaza de Santa Ana fue erigido en 1912, como exponente del estilo neoclásico madrileño que marcaba la transición entre el historicismo del siglo XIX y la arquitectura más funcional del siglo XX.


Durante buena parte del siglo XX, el edificio albergó una de las tiendas más reconocidas del entorno: Antigüedades Serrano. Este anticuario de prestigio, con escaparates orientados a la plaza, ofrecía mobiliario histórico, porcelana y objetos de colección, consolidando al edificio como un espacio entre lo museístico y lo bohemio, muy en consonancia con el espíritu cultural del Barrio de las Letras.

Posteriormente, a inicios de este siglo, y hasta fechas recientes, el edificio fue sede del club privado ARGO, un refectorio discreto y sofisticado donde se celebraban tertulias, catas y encuentros selectos. Su atmósfera íntima enriqueció aún más la narrativa del lugar.



Tanto Antigüedades Serrano como ARGO dotaron al edificio de un valor intangible: el de ser un enclave de encuentros, conocimiento y estilo de vida.
Estas distintas etapas no hacen sino confirmar que Santa Ana 7 no fue nunca un inmueble neutral, sino un espacio habitado por formas de vida vinculadas al arte, la conversación y la singularidad.
Un espacio habitado por formas de vida vinculadas
al arte, la conversación y la singularidad.
El edificio que hoy encontramos en el número 7 de la Plaza de Santa Ana fue erigido en 1912, como exponente del estilo neoclásico madrileño que marcaba la transición entre el historicismo del siglo XIX y la arquitectura más funcional del siglo XX.


Durante buena parte del siglo XX, el edificio albergó una de las tiendas más reconocidas del entorno: Antigüedades Serrano. Este anticuario de prestigio, con escaparates orientados a la plaza, ofrecía mobiliario histórico, porcelana y objetos de colección, consolidando al edificio como un espacio entre lo museístico y lo bohemio, muy en consonancia con el espíritu cultural del Barrio de las Letras.

Posteriormente, a inicios de este siglo, y hasta fechas recientes, el edificio fue sede del club privado ARGO, un refectorio discreto y sofisticado donde se celebraban tertulias, catas y encuentros selectos. Su atmósfera íntima enriqueció aún más la narrativa del lugar.



Tanto Antigüedades Serrano como ARGO dotaron al edificio de un valor intangible: el de ser un enclave de encuentros, conocimiento y estilo de vida.
Estas distintas etapas no hacen sino confirmar que Santa Ana 7 no fue nunca un inmueble neutral, sino un espacio habitado por formas de vida vinculadas al arte, la conversación y la singularidad.
