Una rehabilitación integral de lujo con criterios contemporáneos,
sostenibles y respetuosos con su valor patrimonial.
Frente a la Plaza de Santa Ana se alza el edificio número 7, una construcción de estilo neoclásico, erigida en 1912, que será objeto de una rehabilitación integral de lujo con criterios contemporáneos, sostenibles y respetuosos con su valor patrimonial.
(PROYECTO)
Desde el acceso, el edificio revela su carácter señorial, y una imagen de distinción y pertenencia desde el primer momento.
La escalera central, diseñada con un amplio vacío vertical, está realizada en mármol blanco, acompañada por una barandilla de hierro forjado y un pasamanos de nogal español.
En los tramos de la escalera de las tres primeras plantas se conserva un friso cerámico firmado por José Ruiz de Luna (1912), maestro ceramista talaverano que marcó una época en la integración del arte en la arquitectura doméstica. Este friso, de notable calidad cromática y ejecución artesanal, constituye una de las joyas ocultas del edificio.
Que Santa Ana 7 contase desde su construcción con una obra de esta firma —y fechada el mismo año que se alzó el edificio— habla del deseo de proyectar una imagen de distinción y pertenencia desde el primer momento.
Otros elementos originales aportan carácter y memoria: los suelos de pino sueco, las yeserías ornamentadas en techos, vitrinas de latón y una lámpara de cristal Baccarat francesa que cuelga desde el techo principal.
La combinación de materiales nobles —mármol, hierro, cristal, madera— refleja una voluntad estética que apostaba por la discreta sofisticación, en línea con la sensibilidad burguesa de principios del siglo XX.
(PROYECTO)
Desde el acceso, el edificio revela su carácter señorial, y una imagen de distinción y pertenencia desde el primer momento.
La escalera central, diseñada con un amplio vacío vertical, está realizada en mármol blanco, acompañada por una barandilla de hierro forjado y un pasamanos de nogal español.
En los tramos de la escalera de las tres primeras plantas se conserva un friso cerámico firmado por José Ruiz de Luna (1912), maestro ceramista talaverano que marcó una época en la integración del arte en la arquitectura doméstica. Este friso, de notable calidad cromática y ejecución artesanal, constituye una de las joyas ocultas del edificio.
Que Santa Ana 7 contase desde su construcción con una obra de esta firma —y fechada el mismo año que se alzó el edificio— habla del deseo de proyectar una imagen de distinción y pertenencia desde el primer momento.
Otros elementos originales aportan carácter y memoria: los suelos de pino sueco, las yeserías ornamentadas en techos, vitrinas de latón y una lámpara de cristal Baccarat francesa que cuelga desde el techo principal.
La combinación de materiales nobles —mármol, hierro, cristal, madera— refleja una voluntad estética que apostaba por la discreta sofisticación, en línea con la sensibilidad burguesa de principios del siglo XX.
Los Amenities
El edificio contará con una terraza rooftop con vistas envidiables sobre el centro de Madrid: tejados del Barrio de las Letras, Plaza de Santa Ana, torres de Neptuno y el eje Prado-Recoletos. Este espacio único funciona como un mirador doméstico y elevado, que aporta al conjunto una cualidad experiencial insólita en este entorno urbano.
El sótano se convertirá en una zona de trasteros privativos, dotando al edificio de una funcionalidad poco habitual en este tipo de propiedades históricas.
